martes, 27 de septiembre de 2005

Ángel Cruchaga Santamaría

A este poeta chileno (1893-1964), Premio Nacional de Literatura del año 1948, lo encontré por casualidad, buscando alguna obra de Gabriela Mistral. En realidad, buscaba una antología de la Mistral y me encontré con el libro "La hora digna", una antología de Ángel Cruchaga Santamaría realizada por Manuel Silva Acevedo, publicada a 32 años de la muerte del poeta.
Lo empecé a hojear, leí su biografía y el prólogo del antologador y me decidí a leerlo, postergando por unos días a nuestra Nobel poetisa. Por una parte, me llamó la atención que este poeta era primo de otro destacado poeta nacional, Juan Guzmán Cruchaga, también Premio Nacional de Literatura (1962), y de Alberto Hurtado Cruchaga, el Padre Hurtado, nuestro nuevo Santo.
Ahora, en cuanto a su poesía, quedé con sensaciones encontradas. Algunas me gustaron mucho, otras no tanto. Algunas empezaban muy bien (para mí) pero incluía su gran patrón, que traspasa casi toda su obra, el tema religioso, que la hacía, desde mi punto de vista, perder fuerza. Sé que este es un problema mío, al ser agnóstico pero tolerante, encontraba que de cierta forma se contaminaba su poesía que trataba de temas terrenales como mujeres y tristeza con la divinidad omnipresente.
Pero bueno, rescato varios poemas que me llegaron intensamente, que me hablaban en un lenguaje que entendía, de la tristeza, de esa que trasciende, de la pérdida. Quisiera transcribirles algunos, que encuentro muy bellos:

Gris (fragmento)
"En este día gris, de piedra
¡cómo solloza tu recuerdo!
Mi corazón se viste de ceniza
para llorar la muerte de mi cuerpo"

Alabanza (fragmento)
"Todos mis gritos tienen la forma de tu cuerpo
y la vida y la muerte son del color de tus ojos"
.....................................
"Nunca volé más alto que en el momento de mirarte.
Yo sé que he de morir el día que tú quieras"

El Aroma tenaz
"Esta fragancia tuya se volvió sufrimiento.
En ella vivo como en un claro lamento."

"Para sentirte más los ojos he cerrado.
El mundo está en mi sangre trémulo y abismado."

"En cada monte busco las alas del Señor
para sentirme digno de esta callado amor."

"¿Qué sonrisa de niño podrá hacerme más puro
que la mirada tuya que me lleva al futuro?"

"Viviré con los ojos en tu añoranza fijos.
Por ti, mañana, acaso, serán tristes mis hijos."

miércoles, 21 de septiembre de 2005

La mujer de sal, de María Elena Gertner

Si no fuera por que este libro me lo recomendó mi gran amiga virtual Elisa de Cremona, nunca habría llegado a él y no habría sentido el placer de leerlo, de asombrarme con la certera y ágil pluma con que esta autora teje sus historias, del amor como eje central de la entrañable protagonista.
Pero antes de hablar de esta espléndida novela, quisiera contar algo de su autora, a la cual -aunque cueste admitirlo- reconocía sólo por sus incursiones en la televisión chilena, ya que escribió exitosas teleseries en la década del ’80 (“De cara al mañana”, “El Juego de la Vida”, “Morir de amor”, “La dama del balcón”, entre otras) y además actuó en un par de ellas (“Mi Nombre es Lara”, de 1987 y “Las dos caras del amor”, del año siguiente). Asimismo, continúa hasta hoy ligada al teatro (otra de sus pasiones), dirigiendo y actuando en la tierra donde eligió vivir, Isla Negra, donde mantiene un Taller de Teatro, con el auspicio de la Fundación Neruda.
Empero, por sobre todo lo anterior, María Elena Gertner es una destacada escritora nacional, perteneciente a la llamada Generación del ’50, que integran entre otros José Donoso, Margarita Aguirre, Guillermo Blanco, Mercedes Valdivieso, Jorge Edwards y Enrique Lafourcade. Recientemente, a comienzos de este año, ha recibido dos distinciones (Medalla al Mérito Pablo Neruda, el más importante) que reconocen su obra, que incluye además de “La Mujer de Sal” a “Islas en la ciudad” (1958), “Después del desierto” (1960), “Páramo salvaje” (1960), “La derrota” (1965), entre otras.
La historia de esta novela se desarrolla alrededor de Amalia, en un estilo muy particular y efectivo, en que se reconstruye la vida afectiva de ésta a través de dos líneas de tiempo (pasado y presente) que avanzan paralelamente hasta que se encuentran en un presente de soledad y desamor. A través de las palabras de la protagonista nos enteramos por qué vive de sus recuerdos, el por qué de su incesante búsqueda y el cómo llegó a sentirse una con su gran amor, pues ésta es una novela de amor, de ese que parece sólo las mujeres son capaces de sentir. Es increíble que uno se vea reflejado en situaciones como las descritas en obras de este tipo (que son en menor o mayor grado experiencias personales), pero sucede que uno ha vivido una experiencia similar, ha reaccionado de igual modo y no ha entendido nada de lo que pasa en el interior de esa mujer que la provocó. Esto me reafirma que nosotros sí somos de Marte y ellas de Venus o que a veces no basta con quererse tanto si la comunicación no llega buen codificada.
En fin, volviendo a la novela, la autora logra niveles notables al entrar (y dejarnos entrar) al interior de Amalia. Conocer su sufrimiento, sus bajezas, su entrega. Un personaje muy bien logrado, al igual que Théo, el fiel compañero de Amalia en su peregrinaje por París. Los diálogos entre éstos están muy bien concebidos, dos personajes burgueses, acomodados, que no tienen más que hacer que gozar de la vida. Théo intenta rescatar a Amalia de sus fantasmas, hacerla entrar en razón; busca posibles soluciones para lo que vive Amalia asimilando su realidad a lo vivido por el Príncipe, enigmático personaje que supuestamente superó igual trance.
No me queda más que decir que "La mujer de sal" es una de las mejores novelas que he leído en el último tiempo, tan vívida, actual, que me recuerda a Marcela Serrano, cuya madre, por lo demás, perteneció también a esta generación del '50.

viernes, 16 de septiembre de 2005

El beso de la mujer araña

Esta novela, del argentino Manuel Puig, tiene varias características que la hacen muy entretenida, por lo menos para mí. En primer lugar, está escrita en "argentino"; primer libro de autores argentinos que encuentro escrito con su particular acento, es decir, como hablan normalmente los trasandinos, con su conjugación verbal tan particular. Esto ya lo hacía diferente y motivante.
Por otra parte, la forma en que está escrita la novela simula o parece un eterno dialogo cinematográfico, que al parecer es por la fascinación que tenía el cine en su autor, que por lo demás escribió varias obras de teatro, entre ellas una versión de este mismo libro, que asimismo fue llevada al cine en el año 1985 por el director argentino Héctor Babenco, con el guión del propio Puig.
Y otra cosa que la hace especial, demuestrando la preparación y estudio del tema por parte del autor, son las notas de referencia sobre la homosexualidad, pasando por sus supuestas causas hasta las explicaciones sicoanalíticas de ésta. Muy interesante y aporta mucho al texto para entender el comportamineto de Molina, el compañero de celda de un activista político.
Así pues, la historia de esta novela es la relación que va naciendo entre Valentín, ese activista, preparado, estudioso, torturado, y Molina, un homosexual que está recluido por corrupción de menores. Éste, con su especial sensibilidad y detallismo visual, le va contando películas de cine a Valentín para matar el tiempo en la penitenciería, creando una atmósfera propicia para que la relación de ambos se fortalezca y se haga necesaria para ambos. No quisiera contar más detalles para no develar los misterios de esta obra, pero hay que decir que la idea salir de esa cárcel lleva a acciones no muy nobles, aunque se reparen en el camino.
Recuerdo que no vi la película en el cine, pero sí recuerdo que tuvo cierto éxito, especialmente por Sonia Braga. Creo que debe ser interesante ver la adaptación al cine de esta novela, el cómo trasladar la visión de la vida que tiene Molina. Un desafío que, por suerte, está al alcance de mí mano en DVD o video, que espero ver pronto. Recomendable novela.

lunes, 12 de septiembre de 2005

El mundo feliz de Aldous Huxley

¡Qué buen libro, por Ford! Y que actual. Este libro, escrito en el año 1931 por Aldous Huxley, -que es de lectura obligatoria para los estudiantes de enseñanza media en Chile- es una visión algo macabra de adónde nos puede llevar la tecnología y la ciencia, en busca de la "felicidad" y de la "estabilidad".
Se ambienta en el siglo XXVI, específicamente en el año 632 de la era Fordiana. En una sociedad en donde Dios ha sido reemplazado por Henry Ford, el creador de las líneas de montaje, padre de la producción en serie e iniciador de la era del consumismo.
Este libro resiste muchos análisis e interpretaciones, pero no quiero llevar al lector a graves y sesudas disquisiciones filosóficas; eso sí, la lectura de esta obra -siempre hay que tener en mente la fecha en que fue escrita- nos lleva a preguntarnos si el camino que está siguiendo la humanidad no va directo a un mundo como el que describe Huxley.
En él las personas no nacen, se “decantan” a través de una interminable línea de montaje. Los humanos se “fabrican” con características especiales, con miles de mellizos idénticos de un solo embrión, acondicionados para soportar condiciones extremas, para odiar la belleza de la naturaleza y la lectura y para ser eternamente felices. Además de jóvenes y fuertes por toda su vida. Todos son de todos, el sexo es como un deporte más. Las palabras padre, madre, familia son verdaderos insultos, conceptos tan anticuados que hacen ruborizarse a quien los escucha.
Cinco castas conforman esta sociedad, signadas con las letras griegas alfa, beta, gama, delta y epsilon, que recuerdan a las castas hindúes por su nula posibilidad de mezcla y sus atribuciones y deberes. Aunque en el mundo de Huxley todos son felices y están condicionados a sentir que es una suerte pertenecer a tal o cual casta. Y si algo pasa, está el soma, una droga (la única en ese mundo) que resuelve todo problema.
En fin, describir esta sociedad sería muy extenso (deben leer el libro), pero quisiera reflexionar sobre esa sociedad, ese “Mundo Feliz”, con su consumismo exacerbado y su ausencia de valores y espiritualidad y la sociedad actual, particularmente la gringa, tan consumista, hedonista, amante de la tecnología y de lo desechable, que me parece que los caminos tienden a unirlas. Hacia allá vamos todos, aunque podemos hacer ciertas correcciones aún para no llegar a un mundo tan feliz como el de Huxley.
Por último, el título original de este libro es “Brave New World”, que literalmente significa “Nuevo Mundo Valiente” o “Valiente Nuevo Mundo”. ¿Qué connotación tiene en inglés el adjetivo “brave” que llevó al traductor a ponerle “El Mundo feliz” a este libro? Agradecería una respuesta esclarecedora.

sábado, 3 de septiembre de 2005

Jorge Edwards

Por los recuerdos que narra Neruda en sus memorias, me he animado a escribir sobre Jorge Edwards. Este novelista, cuentista, ensayista, cronista y diplomático de carrera, acompañó -por expresa petición del propio Neruda- al poeta cuando éste fue nombrado Embajador en París, allá por el año 1971. A esa altura del siglo pasado era ya un escritor conocido, que iba a alcanzar mayor notoriedad con la publicación de su libro "Persona non grata", en el año 1973, sobre sus peripecias diplomáticas en La Habana de Fidel. No lo he leído aún, mas espero hacerlo pronto.
Sin embargo, mi encuentro con este autor no se produjo a través de algún libro, sino leyendo sus encendidas columnas que escribía en España, creo que en el Diario El País. Allí conocí a Edwards y me llamó poderosamente la atención el tono con que atacaba la dictadura chilena. Me interesó y empecé a leer algunos de sus libros.
Comencé leyendo, creo que hace 3 o cuatro años, "El origen del Mundo", exquisita novela del año 1994. Recuerdo que me gustó mucho. Comienza con el descubrimiento del cuerpo sin vida de un intelectual chileno en París y este es el origen de una trama que se va llenando de celos, descubrimientos de amores pasados que llevan a los protagonistas a imprevistos desenlaces. Muy entretenida, y muy bien escrita además.
Luego leí "Adios Poeta", una especie de biografía en que Edwards relata sus encuentros con Neruda, y he aquí la razón de por que me acordé tanto de este autor cuando leía "Confieso que he vivido", era como leer la otra versión de hechos ya conocidos. Los detalles no los retenía, pero al leerlos me aparecían como conocidos y ahí recordé que había leído este libro de Jorge Edwards.
Creo que he leído algún otro, pero no lo recuerdo. Eso sí, el próximo libro que leeré de él será "El inútil de la familia", que relata la vida de su tío Joaquín Edwards Bello, un escritor nacido a fines del siglo XIX que término suicidándose el año 1968.