domingo, 28 de mayo de 2006

El pan del extranjero

Impactante este libro de Henri Troyat, autor francés (nacido en Rusia como Lev Tarásov, en 1911) de numerosas obras y biografías, quien goza de gran reconocimiento por la calidad de su obra, aunque debo reconocer que no lo conocía.
Esta gran novela, del año 1982, cuenta la historia de Pierre Jouanes, un reputado Dentista francés, viudo, que vive en las afueras de París, en una finca de ensueño llamada "La Bouissonnerie" acompañado sólo por una pareja de portugueses a su servicio (María, la cocinera y encargada de la casa y de todos los detalles domésticos y Miguel, el jardinero), junto a los dos pequeños hijos de esta pareja, Amalia y Frédéric, de 10 y 8 años, respectivamente.
Más bien solitario, con algo de vida social con sus pocos amigos, el recuerdo de su desaparecida esposa -muerta de cáncer- lo va encerrando cada vez más en sí mismo, aunque sin dejar de encontrarle su gusto, ya que es un hombre tranquilo, con una vida ya resuelta y amante de la lectura y la contemplación.
Sin embargo, un hecho trágico, brutal, lo saca de este placer melancólico retrotrayéndolo a los momentos dolorosos tras la pérdida de su señora. María muere atropellada, dejando a Pierre en una soledad tal que nubla paulatinamente su buen juicio. María, en cierta forma, mantenía vivo el recuerdo de su esposa, sabía todo lo que les gustaba a ambos, y su muerte hizo más patente su soledad. Además, los pequeños hijos perdieron a su madre, una tragedia difícil de aceptar a tan corta edad.
De pronto, Pierre se siente conmovido por estos chicos, se empieza a interesar en ellos -lo que no hacía nunca, ya que en vida, su señora se preocupaba de ellos- y en especial en Frédéric, quien era el preferido de su difunta esposa.
Ayudó a ello que este chico contrae meningitis, y en la eventualidad de verse sumergido en otra tragedia, se vuelca definitivamente hacia ellos, instalándolos incluso en su casa y asumiendo responsabilidades y tomando decisiones sin considerar a Miguel, el padre de ellos, aduciendo que todo lo hacía por el bienestar de ellos, sin darse cuenta del profundo daño que provocaba en su jardinero, un muy buen hombre, sencillo y humilde, agradecido de la vida y que no aspiraba a nada más que hacer de su hijo un jardinero como él y de Amalia una empleada como su madre.
Como es fácil advertir, esta situación se hace cada vez más compleja, la obsesión de Pierre por estos dos chicos ineludiblemente llevará al límite a los protagonistas, desencadenándose una tragedia, anunciada por cierto, pero no menos penosa.
Como bien dice la contratapa de esta novela, éste es un relato sobrio y cruel. El drama se instuye, pero igualmente conmueve. En síntesis, una gran novela, absolutamente recomendable.

viernes, 19 de mayo de 2006

Dr. Jekyll y Mr. Hyde

"El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde", escrita en 1886 por Robert Louis Stevenson, es sin duda una obra maestra de la literatura de terror, llevada innumerables veces al cine y la televisión, estereotipada hasta en las caricaturas (me imagino que muchos recordarán al gato Silvestre escapando del antipático canario Piolín, que luego de tomarse una mezcla se convertía en un grotesco y gigante pajarraco), en fin, pertenece ya esta historia al inconciente colectivo, todos la conocemos, pero leerla es un lujo, muy bien escrita, entretenida, apasionante y uno parece que se envuelve en ese Londres victoriano del siglo XIX. Si alguien quiere leerla, visite este link, aunque la traducción al parecer no es muy buena, lo que le hace perder belleza a esta obra.
El volumen que acabo de leer contenía otros tres breves relatos, muy buenos todos, escritos con ese estilo cuidado tan propio de los escritores británicos de la época. "El club del suicidio", "El diablo en la botella" y "Olalla" son tres fantásticas historias, convirtiéndose todas ellas en un preludio ideal para el plato fuerte constituido por la historia del apacible y respetado Dr. Jekyll y del monstruoso Mr. Hyde, es decir, el bien y el mal, la antigua dualidad de la naturaleza humana.
Según el propio autor, en una entrevista dada New York Herald, esta historia empezó con un sueño, en donde un hombre se ve obligado a entrar en un armario e ingiere una droga que lo transforma en otro ser. Antes de terminar ese mismo día, ya tenía claro casi todos los detalles de la trama. Mr. Hyde es la personalidad demoníaca, monstruosa de Jekyll, al que horrorizan las acciones de su doble maligno, y simboliza el mal que Jekyll se reprime a sí mismo, el cual, una vez liberado, no puede controlar.
No está demás decir que Robert L. Stevenson es autor de otras obras clásicas, como por ejemplo "La isla del tesoro" (1883), y "El señor de Ballantree" (1889) entre varias otras.
Una obra imprescindible, que hay que leer. La maestría en el manejo de la tensión es impagable, comprender las motivaciones del Dr. Jekyll es altamente recomendable, pues nos muestra nuestro lado B, el Mr. Hyde que todos llevamos dentro. En una palabra, un clásico.

miércoles, 10 de mayo de 2006

Los primeros 40 años

Hace unos días asistí al cumpleaños de un gran amigo que -al igual que yo- dejó atrás sus primeros 40 años. Lindos momentos, gratos recuerdos. Todos nos emocionamos cuando se pasó revista a toda una vida a través de una presentación en datashow (muy bien preparada por su señora. La elección de la música incidental estuvo genial). La importancia de la familia, los amigos, el trabajo, el amor de los hijos. Como espectador de buena parte de esa historia, me conmovió particularmente el tener una gran familia y el poder gozar plenamente (y permanentemente) a los hijos. Algo que el destino me ha privado, por errores propios y ajenos.
En algún post anterior me referí a su calidad de poeta, faceta que le reporta grandes satisfacciones. Algunos de sus poemas han sido publicados en la revista de literatura y arte Francachela, junto con los del connotado juez (y gran poeta) Carlos Aránguiz. También encontré en la red algunos que han recibido elogiosos comentarios.
Ahora, luego de obtener su autorización, quisiera compartir con los lectores de estas líneas otros de los poemas del abogado Mauricio Astudillo que me han impactado, como una manera de animarlo a que se integre a este mundo blogger y, a su vez, de tardío homenaje para tan distinguida edad:

Tarde de agosto

Nada me evoca poesía
ni el rostro asomado de la primavera
ni el sinuoso desnudo
de una mujer dormida.

Mi ropa, arrugada en el armario,
esperando su turno de cada día
el perro, en el fondo del patio,
en su ardiente espera por una caricia
los niños reclamando atención
y el trabajo extenuando mi energía.

Hoy nada me evoca poesía
ni el saludo distante
de la montaña derramada en mi ventana
ni el leve susurro
del aroma
de la mujer deseada.

Nadie advirtió antes

Nadie advirtió antes
con qué frecuencia
caminaba errático
por la cornisa de la conciencia.

Siempre se detuvo
en el mismo punto
para luego retornar, sin prisa,
a su cárcel de cordura.

Pero aquella mañana
el escurrir del riachuelo
no tenía el mismo sonido cándido
de campanillas de cristal.

Allí estaba el junco tronchado
piedra desnuda en la rivera
agua y musgo eran su mortaja.

Su mano entreabierta
no logró retener
el milagro de la última poesía
que emprendió un viaje inútil tras su alma
en su débil barca de papel.

lunes, 1 de mayo de 2006

Más poesía

Sigo con la lectura de "Poesía Universal". Es una tremenda obra, no sólo por la cantidad de páginas y poesías contenida en ella, sino que justamente por éstas. Poetas de todas las latitudes están repartidos en sus 18 temas. Los favoritos de la autora son Rubén Darío (14 poemas transcritos); Gustavo Adolfo Bécquer (11); Manuel Magallanes Moure (11); Amado Nervo (11) y Alfonsina Storni (11). Otros ilustres que también tienen una representación importante son Pablo Neruda (7); Gabriela Mistral (8); Antonio Machado (8); Juana de Ibarburú (9); Federico García Lorca (6) y Juan Ramón Jiménez (8). En total hay 169 poetas incluidos en esta selección de María Romero.
En honor de mi amiga virtual y más fiel lectora Elisa de Cremona, unos poemas inmortales de Lorca:

Romance sonámbulo
(fragmento)
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura,
ella sueña en su baranda
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

La casada infiel

(fragmento)
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.

El poeta exige a su amor que le escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita,
y pienso con la flor que se marchita
que, si vivo sin mí, quiero perderte.

El aire es imortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura,
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.