lunes, 28 de agosto de 2006

Premio Nacional de Literatura

José Miguel Varas fue galardonado, por la unanimidad del jurado, con el Premio Nacional de Literatura 2006 y, como ocurre siempre, no ha estado exento de polémica su designación. En estos días, en que en Chile se postula la igualdad de género desde todos los ámbitos, esperaba que dicho premio recayerá en Diamela Eltit, aunque ni de ésta ni del propio galardonado he leído nada, por lo cual bien poco puedo hablar de merecimientos.
Para un eterno postulante, Enrique Lafourcade (autor de más de 50 obras, de las cuales he leído alrededor de 7), hay razones políticas detrás del premio y sobretodo razones políticas para no otorgárselo a él, aunque considera acertada la elección de Varas por sobre la autora antes citada, opinión absolutamente contraria a la de Raúl Zurita, para quien Diamela Eltit se lo merecía con creces porque no sólo es la escritora más relevante de Chile, sino que es una de las más relevantes en la lengua castellanas hoy día. Habrá que comprobarlo.
Algunos datos de la prolífera obra del también periodista José Miguel Varas (Santiago, 1928). Publicó su primer libro "Cahuín" en 1946, a los 18 años, y cuatro años más tarde el libro de relatos "Sucede". También es autor de la novela "Porai" (1963) y de la biografía novelada "Chacón" (1967), además de los libros de cuentos "Lugares comunes" (1968) e "Historias de risas y lágrimas" (1972). Entre sus últimas obras destacan "Cuentos Completos" (2002), "Nerudiano" (1999), “Cuentos de Ciudad", "Exclusivo" (1996), "La novela de Galvarino y Elena" (1995), "El correo de Bagdad" (1994) -quizás su obra más conocida-, "Neruda y el huevo de Damocles" (1992), y "Las pantuflas de Stalin" (1990).
Tengo harto de donde elegir para conocer a este autor. Según Zurita, es un escritor correcto, según Lafourcade, Varas "tiene una prosa muy rica, muy sólida, muy narrativa; está dentro de la mejor tradición del cuento chileno".
El galornado, cuando le preguntaron por qué cree que el premio no recayó en una mujer, se disculpó en primer lugar de no ser de ese género y recordó que tampoco se lo dieron en su tiempo a Marta Jara, escritora nacional prácticamente olvidada, autora de ese espléndido cuento llamado "Surazo", que leí hace poco, en el último fin de semana largo descansando en la playita, de una fuerza sobrecogedora, realmente bueno.
Para terminar con este tema, me parece ridículo que los propios escritores deban postularse al Premio Nacional -que dicho sea de paso, es un premio bianual- lo que se ha convertido casi en la práctica en una jubilación para los afortunados elegidos (el premio consiste en una cifra en dinero superior a los doce millones, y en una pensión vitalicia de $ 600.000).

jueves, 3 de agosto de 2006

El Fantasista

Así se llama la última novela de Hernán Rivera Letelier, que recibí de regalo por mi reciente cumpleaños (no es difícil adivinar que me gustan los libros). Recuerdo que en diciembre del año pasado leí "Romance del duende que me escribe las novelas", por ese entonces su última novela, la que no me había convencido del todo. Ahora vuelve por sus fueros.
Ahora es el mismo de siempre, y divierte y conmueve como con sus otras novelas donde la pampa es la gran protagonista. He tenido la suerte de leer todas las novelas de este gran autor -ya suman nueve, desde la clásica y genial "La reina Isabel cantaba rancheras" hasta esta última- y su estilo simple, directo, honesto, me ha cautivado desde el inicio, estilo que recupera en esta entretenida novela que si bien no ha recibido tan buenas críticas se enmarca admirablemente bien en el estilo tan propio de Rivera Letelier, donde la pampa salitrera parece que le quedó grabada a fuego en su piel.
El humor, los personajes únicos y tan bien logrados, la atmósfera espléndidamente lograda de la salitrera Coya Sur, el orgullo y amor propio de sus habitantes, llenan las páginas de esta singular historia, que cautiva desde un comienzo.
Coya Sur desaparece. El cierre es inminente y sus habitantes se ven enfrentados a esta difícil situación en que deberán dejar su querida tierra y buscar otros horizontes. Pero antes de que esto suceda tienen un enfrentamiento ya clásico por esos derroteros: el último partido de fútbol con su clásicos rivales de la oficina salitrera de María Elena (a los que llaman despectivamente los Cometierra).
Pero sucede que desde hace mucho no ganan; y parece que no hay esperanza alguna de vencer a los poderosos de María Elena que siempre se quedan con la mejor gente, hasta que aparece por su campamento el Fantasista, un hombre que es un mago con el balón, un verdadero malabarista que recorre el país -acompañado de una enigmática colorina- haciendo sus exhibiciones.
Los coyinos al verlo creyeron que Dios se acordó de ellos. Era su salvación, un verdadero "Mesías de la pelota blanca", y empezaron a convercerlo que se quedará hasta el domingo, día del partido final. Pero mucha agua debía de correr bajo el río hasta que llegará la hora señalada.
Las situaciones se suceden una tras otra, la gracia con que escribe Rivera Letelier hace que se escapa más de una risa de estas páginas; aunque se pueda adivinar por dónde irá la pelotita del Fantasista, esto no le resta ningún mérito a esta obra, al contrario, la hace más creíble y más humana. En síntesis, una gran novela que recupera toda la frescura a la que nos tenía acostumbrado este gran escritor chileno.