domingo, 28 de enero de 2007

La "Pequeña Gigante" en Santiago

Hoy culmina su andar por nuestra capital la "Pequeña Gigante", esa enorme y maravillosa marioneta accionada por un ejército de liliputenses de la compañía francesa de teatro callejero Royal de Luxe. Desde el 25 de enero ha tenido totalmente convulsionado a Santiago, con su espectáculo del "Rinoceronte escondido", el que ha dejado su huella de destrucción en distintos lugares del centro capitalino.
Hay que convenir que el montaje ha sido espléndido: microbuses y automóviles destruidos, unos encima de otros; trenes enterrados luego de la feroz envestida del rinoceronte asustado en la gran ciudad; paraderos destrozados; y una pequeña gigante que busca con toda tranquilidad al asustado animal, para encerrarlo y devolverlo a su tierra.
Fascinante. No se puede describir sino que con esta palabra. Una mágica historia, una marioneta que pareciera cobrar vida (la Pequeña hace una vida absolutamente normal, se levanta de su cama gigante, se ducha, se viste, va al baño, saluda a la gente que la acompaña, toma helados y baila, para luego descansar de su extenuante recorrido por las calles del centro en busca del rinoceronte), con gestos muy bien logrados, que le dan una humanidad única, si pareciera que mirara a todos. Sólo le falta hablar.
Me considero afortunado por que tuve la posibilidad de verla -al igual que miles de santiaguinos- en la Plaza de Armas, desde un cómodo balcón que me daba una magnífica visión de ella y de su impacto. Es impresionante la convocatoria que ha tenido este maravilloso espectáculo, que cierra el festival de este año de "Santiago a Mil"; ha acercado al gran público un espectáculo teatral de primer nivel, de categoría mundial, demostrando que la gente está ávida de cultura, sedienta de emociones gratificantes como esta y dispuesta a esperar horas para ser parte de una obra, en que ellos son protagonistas.
Quisiera que no terminara nunca; es sólo una ilusión, una mágica ilusión, pero nos ha hecho bien, nos ha hecho olvidarnos por unos días de los problemas, de la realidad y nos ha transportado a ese mundo mágico del que éramos parte cuando chicos. Gracias Pequeña Gigante. Más comentarios en Campana de Gauss.

jueves, 25 de enero de 2007

La séptima M

Muy interesante esta, la primera novela de la joven chilena Francisca Solar. Se notan claramente sus inspiraciones (X-Files, Código Da Vinci, Harry Potter, entre otros), que por lo demás no oculta en la propia novela.
Aunque se perciben algunos ripios estilísticos, la novela se sostiene convincentemente. Agil, ingeniosa, fácil de leer, atrapa al lector tal como cualquier best seller que se precie de tal.
Es interesante destacar que Francisca Solar cobró relevancia al publicar una muy buena versión de la obra de Harry Potter -en los famosos fanfiction, dedicados a los fanáticos de obras famosas- llamada "Harry Potter y el ocaso de los altos Elfos", lo que le valió firmar un contrato por la publicación de sus novelas con una multinacional, donde "La séptima M" es el inicio de una trilogía fantástica, al mejor estilo de los libros de Dan Brown y su Código Da Vinci. Cabe destacar que su libro sobre Harry Potter ha sido visitado y leido por más de 90.000 personas, algunas de las cuales han encontrado mejor su historia que la de la famosa J.K. Rowling.
La acción se desarrolla en Puerto Fake, un pueblito perdido en el extremo sur de Chile, donde se han producido una serie de suicidios que no tienen explicación aparente. Hasta allá llega un trío santiaguino con la misión de esclarecer estos hechos. Sophie Deuters, una perito forense, Cal, un fotógrafo ultra tecnologizado y lúdico, y un detective insufrible, Marco Feliciano, se ven envueltos en una atrayente trama que mezcla en dosis precisas humor, datos históricos y mitos, todo lo cual redunda en una historia compleja pero creible y -lo más importante- entretenida.
Quedan algunos cabos sueltos, especialmente respecto a las personalidades de los protagonistas, lo que debería quedar dilucidado en las siguientes entregas de esta saga, dado que es esperable que este trío se vea enfrentado a nuevos retos, aunque aquello no le resta solidez a la novela. Me parece sin embargo que el personaje del inspector Marco Feliciano linda demasiado con lo caricaturesco, lo que se entiende en el sentido de hacerlo ver como un ser despreciable, al contrario de los otros dos personajes principales -Sophie y Cal- que se ganan rápidamente las simpatías del lector.
En síntesis, una novela agradable, ideal para estos días de vacaciones, de lectura rápida y no exigente, con el claro afan de entretener, lo que creo que logra con creces.

jueves, 18 de enero de 2007

Ingeniería en Beauchef

En ciertas ocasiones (o quizás siempre, según como se vea), la vida nos pone a prueba, nos hace enfrentarnos a situaciones que bien pueden definir nuestro futuro. Muchos de nosotros, al salir de la enseñanza media, no sabíamos qué hacer, qué estudiar luego de conocer el puntaje de la PAA, la antigua Prueba de Aptitud Académica, menos conocer "nuestra vocación", concepto que de tan manoseado perdía su más elemental sentido.
Ahora, enfrentados como padres a las inquietudes de nuestros hijos al respecto, no nos queda más que aconsejarlos, guiarlos, mostrarles caminos para que ellos elijan, informados, lo que quieren hacer, tratando de hacerlo mejor que nuestros padres enfrentados a la misma situación (habrán escuchado que la vida es circular).
Toda esta introducción no es más que para homenajear a mi hijo mayor, Gonzalo, que ingresó a Ingeniería en la Universidad de Chile, en la mítica Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, en la legendaria sede de Beauchef, facultad que me acogió a mí, allá por el lejano año 1983.
Si bien no quedó del todo satisfecho con su puntaje en la PSU (Prueba de Selección Universitaria, que reemplazó a la arcaica PAA), donde esperaba ser de los elegidos que almorzarían con la Presidenta Bachelet, éste le permitió ingresar a la carrera que deseaba desde siempre y en la Universidad que quería, lo que evidentemente es un gran mérito, digno de todo elogio.
Ayer lo acompañé -como buen papá chocho- a formalizar su matrícula en Beauchef. Para mí también fue un gran día: volver a mi facultad -donde lo que más hice fue jugar ajedrez- y ver a mi hijo matriculándose allí fue emocionante.
No ha cambiado tanto. Sólo me apenó que hayan retirado el Deportivo de su sitio de siempre, donde jugábamos ajedrez todo el día, aunque me volvió el alma al cuerpo al encontrar una sala del área sur dispuesta como sala de ajedrez, con muchas mesas con sus piezas puestas y los relojes dispuestos para jugar. Gonzalo no le tomó mucho asunto ya que no le gusta el ajedrez: él es puro fútbol.
Compramos una linda polera con el logo de la Escuela de Injeniería (así con "j", como se escribía a principios del siglo pasado y como aparece en el frontis de la misma y lo más espectacular fue comprar un CD preparado por el Centro de Alumnos de Plan Común con todas las pruebas y ejercicios de los tres primeros semestres de clases, de los años 2000 en adelante. Increible. ¡Cuánto habría dado yo por algo así cuando ingresé a la facultad!
Sin más que reiterar mis felicitaciones para mi hijo, sólo resta por decir que me siento muy orgulloso por su logro y por su elección. Y ahora a ayudarlo para hacer menos pedregoso ese difícil camino elegido, el que -como decía un famoso profesor de la escuela- era como entrar en un túnel muy largo y oscuro donde no se ve nunca la salida, hasta que llega el día en que se empieza a ver un pequeño rayo de luz que nos indica la salida, a la cual hay que aferrarse a muerte. Suerte en esta aventura Gonzalo.

sábado, 13 de enero de 2007

La lengua del malón

Acabo de leer -luego de las festividades de año nuevo y del aniversario de mis padres- una muy interesante novela, del escritor argentino Guillermo Saccomanno, que mezcla espléndidamente hechos históricos (bombardeos y golpes de Estado en la convulsionada Argentina de Perón en la década del '50), con amores prohibidos y literatura.
Los personajes principales son muy especiales, los une un amor por la literatura y también sus amores secretos. El profesor Gómez -quien nos cuenta la historia- es muy culto, devoto de la literatura inglesa y cabecita negra, esto es, del pueblo peronista. Además es homosexual, que no es un tema menor en la novela.
Su gran amiga, Lía, lesbiana asumida, es periodista, trabaja en La Nación, cubre eventos y exposiciones, pero además escribe, es poeta. Sin que esto la defina totalmente, es importante acotar que es judía y de izquierda, una mezcla muy especial para esa convulsionada época.
Se muestra en la novela una muy rica rivalidad de intelectuales de todo tipo. Están los que apoyan al régimen y los que buscan desestabilizarlo. Uno de estos militares conspiradores está casado con la amante de Lía, Delia, quien escribe una novela, épica, prohibida, llamada "La lengua del malón".
Es interesante cómo define su propia novela el autor, tomando una frase intensa, apasianada que Lía le dice a Delia para instarla a seguir con su novela: "La lengua del malón es tu lengua. Es la mía. Es lo prohibido. Es la violencia de una pasión”.
La pasión, la entrega, el amor, por una parte, y la violencia, la brutalidad, la impunidad, por la otra, hacen de esta novela una grata aventura. Nunca está demás conocer otras realidades, otros puntos de vista para nuestra realidad continental de aquellos convulsionados años, y si es acompañado de una buena historia tanto mejor.

martes, 2 de enero de 2007

Bodas de Oro

¡Mis padres cumplen 50 años de matrinomio este próximo jueves 4 de enero de 2007! Cincuenta años, me parece increible. Cómo remontarse a ese lejano mes de enero del año 1957. Santiago era tan distinto de lo que es hoy. Me lo imagino en blanco y negro. Si había tiempo de almorzar en casa y dormir una siesta antes de volver al trabajo. Otro mundo, otras necesidades, otras urgencias, el mismo amor.
Cincuenta años de amor, de tenerse el uno al otro, de compartir tantas cosas, de escucharse, de discutir y enojarse algunas veces, muchas veces quizás, de apoyarse siempre, de luchar, de vernos crecer a nosotros, sus seis hijos, de acogernos en nuestros fracasos y de celebrar nuestros triunfos, de ver crecer a sus 12 nietos, en fin, observadores privilegiados de su familia, de nuestras familias.
Hacer una semblanza de ellos, que les haga justicia, me parece muy pretencioso, sólo quiero contar algo, decir algunas cosas de ellos, con el propósito de compartir con todos mi alegria de tenerlos conmigo, hacer ver el orgullo que siento como hijo de tener dos padres maravillosos, únicos, y poder agradecerles por lo que soy, por su ejemplo, por su entrega, en síntesis, por su amor. Cuando se tiene hijos uno comprende más cabalmente a sus padres, entiende tantas cosas, siente tantas cosas, algunas tan simples y banales cómo saber ahora por qué a mi madre la gustaba tanto la rabadilla del pollo y no otra presa -que peleábamos nosotros- como los trutros o la pechuga.
Gabriel, que este año cumple 80, es un hombre muy especial. De una inteligencia superior, gran claridad conceptual, memoria prodigiosa, amplísima cultura, cualidades que habría querido heredar. Colocolino acérrimo, fanático de los deportes (practicaba atletismo en su juventud, hasta que fue atacado por la tuberculosis), trabajador incansable. Amante de la lectura, al igual que mi madre. Su biblioteca tiene más de 3.500 volúmenes. Extraordinario ajedrecista, con gran talento para ese deporte ciencia, representó muchas veces al país en competencias internacionales, pero no pudo dedicarse más pues las redes del amor lo capturaron. Siempre recuerdo cuando invitaba a sus compañeros y amigos de oficina a jugar en nuestra casa, por allá en los primeros años de la década del '70. Me quedaba mucho rato mirando como jugaba ajedrez, tratando de entender ese enigmático juego que tan feliz lo hacía. Sin duda en esos momentos nació mi amor por este juego. De carácter fuerte, algo tímido e introvertido, con las dificultades típicas de su generación y género para expresar sus sentimientos, lo que, sin embargo, no le impedía demostrarnos su cariño, muy buen padre aunque para conseguir algo siempre recurríamos a la intervención de nuestra madre. Cariñoso y acogedor, buen conversador cuando está a gusto, cultiva una apariencia de seriedad que sabe matizar con humor.
De Anita, pronta a cumplir 75 años, baste decir que se merece el cielo. Admirable mujer, como ya no las hay. Sacar adelante seis chiquillos, todos muy seguidos (nacimos uno tras otro, en un lapso de sólo 8 años), siempre trabajando -y doble o triplemente, pues en esas épocas el hombre no participaba como hoy en las labores del hogar- es simplemente increible. Hoy no podemos con un hijo, y digo podemos pues ayudamos a nuestras mujeres en todas las tareas de la casa, mudas incluidas. Recuerdo además que me contaba que no la dejaba dormir pues comía cada dos horas, todas las noches. Si era para matarme.
Una madre ejemplar, preocupada, siempre presente. Alegre, trabajadora incansable, justa, noble, desinteresada. Formó los jardines infantiles en el SII y trabajó en Bienestar durante los años de la UP. Intuitiva y de gran inteligencia para reconocer nuestros problemas y ayudarnos. No olvido cuando me enseñó que no había que preocuparse mucho por los problemas, pues o tenían solución y por lo tanto se solucionaban solos o no la tenían, por lo que no se sacaba nada con preocuparse.
No paraba nunca. Los sábados en vez de descansar, nos agarraba a todos y partíamos a la casa de mis abuelitos, sus padres, donde nos reuníamos con nuestros primos y jugábamos todo el día, hasta un poco antes de las 9 de la noche, hora que no podíamos pasar para no pagar tarifa nocturna en la locomoción colectiva de esa época (hablo de los años '70).
Mis padres se conocieron en el trabajo, en el Servicio de Impuestos Internos, donde entraron unos años antes. No pertenecían al mismo departamento pero el destino los juntó. Pololearon menos de un año hasta que un día mi madre le dijo a mi padre "que no se le ocurriera pedirle que se casen, pues aceptaría", y así fue. Y por el Civil, como corresponde a dos personas ligadas al Derecho (mi padre es Abogado y mi madre alcanzó a llegar a 5º año por culpa de sus continuos embarazos), aunque con gran escándalo familiar. Muchos meses después, creo, se casaron por la Iglesia, un trámite para dejar tranquila a las dos familias, de fuertes sentimientos católicos.
Se me vienen innumerables recuerdos a la mente. Tantas emociones vividas en estas décadas. Los matrimonios, los nacimientos de los nietos, los bautizos, las graduaciones, los cumpleaños; todos eventos que dejaron huella, que nos juntaron para celebrar, pues ante todo esta es una familia muy especial, muy unida, un hermoso fruto de 50 años de amor. ¡Muchas felicidades!