miércoles, 15 de agosto de 2007

Doña Bárbara

Dejando por un momento a Borges tranquilo (aún debo mis comentarios sobre "El libro de arena"), leí hace unas semanas esta extraordinaria novela de Rómulo Gallegos, célebre escritor venezolano (1884 - 1969), que llegó a presidir esa Nación por un corto período, derrocado por un alzamiento militar (algo que estuvo muy de moda en la segunda mitad del siglo pasada por esta región).

"Doña Bárbara" junto con "Cantaclaro" y "Conaima" son, según la gran mayoría de críticos literarios, las grandes novelas de este autor, las que presentan un tema que obsesionó por mucho tiempo a Rómulo Gallegos (como educador y político), cual es la lucha entre la barbarie y la civilización.

Y esta lucha no puede quedar mejor descrita que en las páginas de esta novela, ambientada en los Llanos venezolanos, en los comienzos del siglo XX. Además que su nombre no puede ser más acertado: doña Bárbara es la cacique del Arauca, una mujer despiadada, despechada, que no trepida en matar a todo quien se le interponga en sus propósitos y aprovechándose de sus malas artes se apropia de grandes extensiones de tierra de la Hacienda de los Luzardo, abandonada prácticamente a su suerte debido a peleas familiares que casi acaban con toda la familia. Ella y sus métodos, el Llano todo, representan de manera muy vívida la barbarie.

Pero en este estado de cosas aparece Santos Luzardo, el último de los Luzardo, criado en la Capital, abogado de profesión, con gran futuro, quien regresa al Llano con la intención de vender sus pertenencias y partir a Europa donde sin duda le esperaría un radiante porvenir. En éste por supuesto se representan todas las virtudes de la civilización. Motivado por diferentes hechos decide revivir su Hacienda, que tiene el bello nombre de Altamira, y tratar de civilizar las costumbres de la región y, claro está, enfrentarse -con la ley de por medio- con la temida doña Bárbara. Surgen muchas disputas; lealtades y traiciones de los empleados de uno y otro bando; el amor, como no, aparece -doña Bárbara cae rendida ante la fuerza y espíritu de Santos Luzardo, quien no le corresponde; muertes, etc.

A grandes rasgos, eso es lo medular. Pero la novela desde mi punto de vista (y de mis gustos personales) es exquisita en sus descripciones y en su lenguaje (tanto que aparecen más de 240 notas a pie de página explicando modismos y términos locales, incluyendo flora y fauna típica del Llano). La descripcíon completa y magistral de las costumbres típicas de la región o de los trabajos propios del Hato o Hacienda son simplementes geniales. Por ejemplo, la lucha contra los caimanes cuando se navegaba por los ríos de la región o las domaduras de caballos o el arreo de animales y una infinidad de detalles propios del Llano quedan plasmados tan vívidamente que nos transportan al medio de esa inmensidad.

La narración (en tercera persona, omnisicente) nos deja al tanto de todos los acontecimientos, nos describe con lujo de detalles a todos los personajes importantes que aparecen en la obra (Santos Luzardo; doña Bárbara; Antonio, Pajarote, Carmelo, María Nieves -todos peones de Santos Luizardo-; el Brujeador, Juan Primito, Balbino Paiba, Pernalete -ligados a doña Bárbara-; Marisela, entre muchos otros) y nos proporciona una ambientación de maravillas que hace de la lectura de esta obra una verdadera delicia, quizás no compartida por todos quienes no comulgan mucho con este estilo algo añejo quizás.

Pero a mí me encantó y comprendo perfectamente por qué tuvo un éxito inmediato y catapultó a la fama eterna a Rómulo Gallegos.