jueves, 28 de febrero de 2008

Maridos, de Angeles Mastretta

Muy entretenido este libro de esta famosa escritora mexicana. Se trata de una extensa colección de relatos, algunos muy breves, que tienen como tópico las relaciones de pareja, el amor, la vida. Están escritos con el habitual estilo de esta autora, que mezcla espléndidamente el humor, la sabiduría popular y una visión femenina (y no feminista) del mundo que se hace muy grato de leer.

Tiene la gracia añadida que es muy fácil de leer, en la playa como en mi caso, viendo a los niños, o en cualquier lugar, pues al estar constituido de tantas historias -todas independientes- se puede tomar y dejar sin perder el hilo, demorándolo y gozándolo todo lo que unio quiera. Y bien vale la pena, pues acompaña y entretiene mucho.

Me gusta como escribe Ángeles Mastretta. Antes ya había comentado algún libro suyo y éste es como una respuesta literaria a otro de sus éxitos, que también había leído hace ya algunos años, antes de iniciar este blog. Me refiero a "Mujeres de ojos grandes", relatos en que todo gira alrededor de las mujeres, su fuerza, sus amores. En "Maridos", en cambio, son los de nuestro género quienes protagonizan las historias, tanto de amor como de desamor, de encuentros imposibles, de amores inolvidables, de toda una vida, de luchas, de abandonos, de aventuras, de otros mundos ya olvidados, etc., coronadas todas ellas con la compañía de mujeres fuertes, reconocibles, luchadoras, que nos desnudan sus almas, sus sentimientos, sus temores, gracias a la pluma virtuosa de esta escritora.

Para mí esta obra no podía empezar mejor: Julia Corzas le cuenta todas estas historias a su tercer marido, que había llegado de improviso a su casa, luego de una larga ausencia, mientras juegan una partida de ajedrez (escena que envidié profundamente). De seguro le ganó la partida, pues él al finalizar el libro le pregunta por su historia en común, la que aún vive en ella y todavía no ha llegado su hora para ser contada.

Poco más que decir. Sólo que se viven los colores y olores de México, se reconoce la idiosincracia del hombre de esa tierra y vislumbra cómo la mujer mexicana ha logrado ser más libre, más amable, más querible. Recomendable.

lunes, 18 de febrero de 2008

Dile que no estoy

Espléndida novela. Recuerdo no haber quedado muy contento con la otra novela de Alejandra Costamagna que leí hace algún tiempo -Ciudadano en Retiro, pues la encontré algo deprimente y muy oscura- pero ésta me cautivó y me reconcilió con esta joven autora nacional. No por nada fue finalista del premio Planeta Casamérica del año pasado.

Y cautiva por varias razones. Un estilo pulcro y pulido, que aunque conserva un olorcillo deprimente, al parecer característico de esta narradora, lo maneja mucho mejor que en anteriores ocasiones, lo que sabe mejor. Un ritmo adecuado y una ambientación muy rica y certera, para quienes vivimos esa época (los años noventa). Y lo más importante, una muy buena historia, creible, cercana y bien retratada.

Es la historia de Lautaro Palma, un joven pianista provinciano, con un talento innato, heredado de su madre y pulido por una famosa profesora extranjera en su tierra natal, que debe lidiar con un padre ausente, vendedor viajero, traficante, bueno para el juego, el alcohol y las mujeres (¡que trilogía!), la muerte de su madre, la llegada a la capital y el amor juvenil.

La acción, sin embargo, se desarrolla en dos épocas distintas que se despliegan ante el lector en paralelo: el presente, donde Lautaro a vuelto a su tierra, Calbuco, y vive y sobrevive en un pequeño bar donde anima las lánguidas noches con su piano, escapando del pasado y de su padre, que lo busca incansablemente a través del teléfono mientras él se niega sin entrar en mayores explicaciones con la dueña del bar y, por supuesto, su pasado, ese que nos muestra su paso por Santiago y el Conservatorio, sus dudas e inseguridades propias de la edad y especialmente el amor que lo atrapa y lo hace replantearse tantas cosas hasta cambiar sus prioridades.

Lautaro quizá tenga algo de cada uno de nosotros -por eso se hace especial- o nos recuerde en actitudes que nosotros también asumimos a su edad, no se; pero nos contagia y nos interesa conocer detalles de su vida para entender, por ejemplo, su renuencia a contestar a su padre o su dificultad para entablar nuevas relaciones. En esto se maneja muy bien la autora, pues nos conduce de la mano para meternos en la vida de este joven y entenderlo.

En fin, es una gran novela, entretenida, evocadora, que vale la pena leer. No se arrepentirán.