jueves, 24 de julio de 2008

Coronación, de José Donoso

Esta, la primera novela de José Donoso, escrita por el año 1958, muestra de manera perfecta el aniquilamiento moral y formal de un pasado rutilante, la caída de las grandes familias chilenas que dominaron la primera mitad del siglo pasado, la pérdida del sentido de la vida (o su inalcanzable búsqueda), la trizadura de las tradiciones más arraigadas en la burguesía santiaguina, y todo aquello en un estilo muy limpio y ameno, que justifica el éxito alcanzado por esta obra.

En realidad, se puede decir que "Coronación" es una de esas novelas que todos conocen, más allá de haber sido llevada al cine en el año 2000 por Silvio Caiozzi, con singular eficacia y muy buenas actuaciones. Es de esas novelas que se quedan en el inconciente colectivo, como Cien años de soledad o Martín Fierro, por nombrar algunos ejemplos importantes, y todos, cual más, cual menos, sabemos algo de ella, aunque no la hubiésemos leído. Ese era mi caso.

Andrés Ávalos -el protagonista, Julio Jung en el film- es un hombre maduro, solteron ya, con sus necesidades cubiertas, se pasa la vida vegetando (si me permiten la expresión) pues vive de la fortuna de su familia. Culto, buen conversador, con el refinamiento propio de la gente de su clase, visita periódicamente a su anciana abuela en el majestuoso caseron donde vivía gran parte de su vida. Elisa Grey de Ávalos, su abuela, postrada hace muchos años, con demencia senil, es cuidada por dos sirvientas igualmente añosas, que la han debido soportar por muchísimos años, desde los tiempos de esplendor hasta la triste soledad de la actualidad.

La vida transcurre parsimoniosa para Andrés, sin siquiera hacerse notar, con la única certeza de que la muerte llegará en cualquier momento y con ella el vacío, el verse enfrentado a la cruda realidad que lo muestra sin apenas haber hecho nada, sin haberla vivido, sin haber amado. Estos pensamientos comienzan a inquietarlo constantemente sin llegar a conclusiones que lo tranquilicen, provocando problemas a los que no se había enfrentado nunca.

En este orden de cosas, llega a la casa de la abuela una joven sobrina de las fieles empleadas, para que se haga cargo del cuidado de misiá Elisita. Estela -ese es su nombre y en la pantalla fue personificada por la estupenda Adela Secall- en su calidad de provinciana callada y sumisa, se impresiona de la ciudad, de su movimiento, de su gente y termina enamorada de un joven dependiente de la tienda que abastece la casa.

Sin entrar en más detalles, es fácil inferir que Estela tomará un protagonismo que abarcará también al señor Andrés Ávalas, pero no deseo ahondar más pues creo que he contado suficiente ya. La novela va ganando en tensión, otros asuntos se mezclan adecuadamente redondeando una gran obra, entretenida y sólida, aunque descarnada en el trato de las relaciones sociales. En síntesis, una obra imprescindible, que se goza de principio a fin.