martes, 16 de septiembre de 2008

El señor Borges

Esto es para fanáticos de Borges o borgeadictos. Producto de otro regalo de cumpleaños (es fácil hacerme regalos al parecer) llegó a mis manos el libro "El señor Borges", un libro biográfico que cuenta aspectos de la vida normal de ese genial escritor argentino. En palabras del autor, Alejandro Vaccaro, este "es un libro sobre la cotidianeidad del hombre que creó algunas de las mejores páginas de la literatura en español".

Basado en conversaciones -de más de 15 años- que el autor sostuvo con Epifanía Uveda de Robledo, Fanny, la mucama o empleada doméstica de Borges que lo acompañó por más de 35 años y en estudios propios (Vaccaro es presidente de la Asociación Borgeseana de Buenos Aires), esta obra nos muestra al Borges-hombre, que poco puede separarse del Borges-escritor, del Borges-personaje.

Y no se trata de intimidades o secretos de la familia de Borges, por el contrario, se trata de la semblanza de un hombre normal, tranquilo, rutinario, de gustos sencillos, amable, sin poses. Fuertemente atado a su madre centenaria, el más célebre de los autores que no alcanzó el Nobel, ciego por largos años, se muestra a través de los ojos de Fanny como un hombre muy culto e inteligente, intransigente en muchos aspectos, lúcido, chispeante y ocurrente y con una memoria prodigiosa, que lograba mostrarle el mundo como no lo podían hacer sus ojos.

Muchas personas y personajes desfilan a lo largo del libro, sus grandes amigos y colaboradores, traductores y editores, libreros, estudiantes y sobre todo admiradores. Salpimentado con sabrosas anéctodas, el texto se deja leer con interés. No es necesario conocer de Borges para disfrutarlo.

Qué cosas me llamaron la atención. En primer lugar, la sencillez de Borges. Eso de no creerse el cuento (decía que sus libros se vendían tan bien por que la gente no los leía; los regalaba). Otro detalle que me sorprendió: que no le gustase tener radios o equipos de música, ni para informarse del acontecer diario. Le gustaba sobremanera que le leyesen y así se enteraba de lo que sucedía a su alrededor, aunque no de todo. Sorpresas poco gratas también encontré (debido a mi falta de información y, en útimo término, a que no soy ciudadano argentino): la aparición de María Kodama y su muerte lejos de su patria y sin respetar sus deseos, tantas veces enunciados en vida.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Mi nombre es Malarrosa

Como ya he comentado en otra oportunidad, he leído todo lo de Hernán Rivera Letelier, uno de mis autores favoritos. Se le puede criticar por muchas cosas (entre ellas que es repetitivo y monotemático), pero lo que es innegable, al menos para mí, es que entretiene, y harto. No estamos hablando de obras maestras, sino de literatura más bien básica, sin pretenciones estilísticos, pero que cumple muy bien con ese objetivo que señalé, lo que sirve perfectamente para mí.

Rivera Letelier tiene la facultad de inventar muchos personajes pintorezcos, cuyos nombres y sobrenombres lo son aún más. No es la excepción en este caso. Los principales protagonistas (Malarrosa, Saladino Robles, Oliverio Trébol -el Bolastristes- y otros habitantes de Yungay, pequeño poblado de la pampa salitrera de comienzos del siglo pasado) son sobrevivientes de ese Chile de sangre y explotación que desapareció con el cierre de todas las oficinas salitreras y que sufrió varias matanzas, como la de San Gregorio, que recuerda el autor en esta obra.

Malarrosa es la hija de Saladino Robles, un mediocre jugador de Póker, obsesionado con el juego que lo está dejando en la ruina, hasta que su suerte comienza a cambiar producto del asesinato del mejor jugador del Cantón y de un peculiar amuleto del que logra hacerse, gracias a la ayuda de su hija, la que se encarga de enchular a los muertos en ese misérrimo poblado.

Saladino comienza a ganar en el Póker, así como también en otras apuestas, muy habituales en la Pampa, sobre todo en peleas callejeras organizadas entre los más fuertes y violentos habitantes de las oficinas salitreras que van quedando, entre los cuales está su amigo Oliverio Trébol, alias El Bolastristes, ambos sobrevivientes de la matanza de San Gregorio, en donde Saladino recibió una bala en su pierna, quedando cojo desde entonces.

En estos pueblos perdidos ocurren frecuentemente asesinatos, la policía escasea, la justicia no llega (sin Dios ni ley, en pocas palabras), por lo mismo no es de extrañar que las partidas de Póker terminen con algún muerto, especialmente si hay mucho dinero en juego. Así murió el tahúr citado anteriormente, Amable Marcelino, famoso jugador que le ganó una vez al más grande de todos: Tito Apostólico, el que vuelve al pueblo para medirse con los mejores jugadores actuales de la zona, entre los que ahora se suma Saladino Robles, el que graciosamente asume todos los modismos del finado Amable Marcelino, incluido su forma de vestir.

Pero no contaré más. Hay muchas historias entremezcladas. No pueden faltar en las historias de Rivera Letelier las putas. Siempre juegan papeles importantes y aquí no es la excepción. Ahora se agrega un personaje especial, Morgano, un homosexual transformista que tiene un espectáculo de Charleston espectacular, que atrae muchísimo público a la principal casa de remolienda de Yungay y del cual queda prendado el matón Bolastristes.

En fin, muchas historias, todas entretenidas y bien contadas. Para pasar buenos momentos leyendo esta novela. Recomendable.