Espléndida novela póstuma del escritor japonés Yasunari Kawabata, Premio Nobel del año 1968. Regalo de cumpleaños -junto a otra novela del mismo autor que ya comencé a leer- que me abrió los ojos a la bella prosa de este autor asiático, tan distinta a la que uno acostumbra a leer (autores occidentales y latinoamericanos en general).
Varias semanas pasaron para que terminara de leer este libro, más bien pequeño. Falta de tiempo, no de entusiasmo y asombro. Asombro por la cultura japonesa, tan particular a ojos occidentales, tan ceremoniosa, respetuosa y llena de tradiciones. Tan rica en ritos, costumbres e historia, que no dejada de llamarme la atención. Y entusiasmo, por que la historia es potente, fuerte, rupturista y cautivante.
Oki -un escritor de mediana edad- protagoniza esta historia junto a Otoko, pintora de renombre y antigua amante, y a Keiko, joven y hermosa discípula de esta última, quien jugará un importante papel en la trama, como consecuencia de su particular forma de ser y actuar. Es interesante como el autor trata las distintas personalidades de estos tres actores principales, especialmente la aparente fragilidad emocional de Keiko, quien no se hace cuestionamientos morales por nada, con tal de salirse con la suya. Sin embargo, creo que es necesario explicar más la relación entre estos personajes para que se entienda mejor.
Otoko y Oki fueron amantes por un corto tiempo, cuando ésta sólo tenía 16 años y Oki casi la doblaba en edad y estaba casado con un hijo. Un amor intenso, corto, que terminó abruptamente luego de Otoko perdiera su bebé al séptimo mes de embarazo y tuviera que internarse en una clínica siquiátrica pues había intentado quitarse la vida. Junto a su madre huyen de Tokio para instalarse en Kyoto y escapar así de Oki, a quien nunca pudo olvidar. Tanto es así, que nunca se casó.
Oki tampoco la olvidaba. Se hace escritor famoso justamente con la publicación de una novela que cuenta todos los detalles de esa relación, lo que es un martirio para todas (esposa, amante). La nostalgia lo hace viajar un fin de año a Kyoto y se reúne con ella, la que aparece acompañada de Keiko, su joven discípula con la cual vive. Por supuesto, Keiko sabe la historia, conoce el libro, sabe lo que siente su Maestra y decide hacerse parte de la historia, desencadenando un verdadero drama, donde la pasión, el amor y la crueldad se hacen presente. Nada más quiero agregar sobre la trama, ya he contado suficiente.
Sin embargo, permítanme una apreciación personal sobre el estilo de Kawabata y la cultura japonesa. Exquisitamente retratada la belleza de Keiko y Otoko, la suavidad y elegancia de las mujeres japonesas se muestra en todo su esplendor, junto con descripciones muy ricas y complejas de ambientes y escenarios. A ello agregaría un retrato preciso de la sabiduría de una cultura milenaria, con tradiciones ancestrales, respeto por sus costumbres y sus templos -que aparecen por todos lados- que provacan admiración. En síntesis, una gran novela que recomiendo entusiastamente.