Este sí que es un clásico. Gustave Flaubert, el gran escritor francés del siglo XIX, prácticamente sentó las bases de la novela moderna con esta extraordinaria obra. Una sublime descripción de época en la que, entre paréntesis, es posible encontrar tantas similitudes con nuestra época actual, con abundancia de personajes tan comunes a nuestros tiempos que es difícil imaginar que la vida hace casi 200 años era tan parecida a la de hoy.
Entrañables personajes crea la pluma brillante de Flaubert, ninguno como Emma, la protagonista, la heroina romántica de esta historia, la adúltera, la bella y etérea esposa del doctor Carlos Bovary. Uno no puede sino enamorarse de Emma, de Madame Bovary, de sus deseos de vivir, de amar, de ser amada, como en las novelas románticas que tanto leía en su juventud, perdonándole sus caprichos y sus engaños, que terminan por destruirla y con ella a su familia.
Pero no vayamos tan rápido, para que el gozo de esta novela los acompañe tanto como a mí. Sin adentrarme en toda la historia, ésta se puede abreviar desde que los esposos Bovary se instalan en un pequeño pueblo -Yonville, por expreso capricho de Emma- y comienzan a hacerse de amistades y clientes para Monsieur Bovary.
La vida apacible, el amante esposo, la monotomía, los sueños, comienzan a intranquilizar a Emma, ávida de aventuras, como toda joven que se ve obligada a casarse por decisión familiar. Comienzan entonces las ilusiones, los amores platónicos -con León, un joven pasante, aspirante a Notario- hasta que, venciendo sus escrúpulos de mujer casada, cae rendida a los encantos de un acaudalado señor una vez que León se marcha a París para seguir con sus estudios. Rodolfo, que así se llama el tipo, ruin, aprovechador pero seductor y con mucho mundo, logra convencer a Emma y la transforma en su amante. Llena de toques románticos, la relación crece en la mente de Emma hasta el punto de planear una fuga para vivir por siempre ese maravilloso amor, sin enterarse que sucede lo de siempre (hasta nuestros días por supuesto) en que el valiente caballero desaparece sumiéndola en una crisis tremenda.
A todo eso hay que sumarle la serie de caprichos y demandas económicas que llevan a los Bovary a endeudarse permanentemente con un horroroso tendero-prestamista, sujeto rastrero y traidor, tan típico de los tiempos modernos, que no trepida en cobrar todos los pagarés llevando a la ruina al matrimonio protagonista. Sin embargo, luego de repuesta la salud de Emma y de haber olvidado en parte a Rodolfo, se encuentra por casualidad en la localidad vecina de Rouen, ciudad de más de 100.000 habitantes, con su enamorado León, al que convierte en su amante, escapándose semanalmente a Rouen, todos los jueves, con el pretexto de tomar clases de piano y pasar el día entero con quien le despertaba pasiones olvidadas.
Carlos Bovary nunca se enteró, a ojos de Emma no valía mucho, empero siempre la amó y consintió todos sus caprichos hasta que todo explotó por las demandas y amenazas de embargo que precipitaron los hechos. Emma, atrapada por las deudas y la verguenza e imposibilitada de conseguir dinero con sus amantes, se quita la vida. Carlos no se repone del golpe y queda sumido en la ruina, pero por esas cosas del destino descubre todas las cartas de amor de Emma con sus amantes -ya que se negó a vender los muebles de su alcoba, lo que finalmente lo lleva a la muerte.
Esta breve síntesis, que por lo demás es casi vox populi, debiera inducirlos a leer este espléndido libro, muy bien escrito, con una meticulosidad y rigurosidad que se agradece, con personajes increibles (además de los citados, el farmacéutico Homais, el cura de Yonville, algunos criados, etc.) y con una historia maciza y una Emma inolvidable.
2 comentarios:
claramente una de esas obras que todos deberian leer, en donde la genialidad del autor nos sumerge en un mundo del que no queremos/podemos salir. Genial tu reseña, de verdad dan ganas de leerlo.
Saludos ^^.
emm.. bueno y oeste libro me lo leí creo que el año pasado, y la verdad es que no lo pude ni trerminar, nose si sera la traducción la mala u otra cosa, pero la estructura que tenía para escribir era demasiado lenta. practicamente la historia no avanzaba. En lo personal no me gusto lo considere latero.
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