domingo, 21 de febrero de 2010

El símbolo perdido

En las vacaciones leí este libro, la última novela de Dan Brown, publicada con gran bombo a fines del año pasado. Tal como en las otras novelas de este autor norteamericano (comentadas en este mismo espacio), la acción es la tónica, el ritmo de los acontecimientos es galopante, no hay pausa y no dan ganas de dejarlo. Pero –siempre hay un “pero” lamentablemente– esta entrega pierde mucha fuerza a medida que se acerca el final, por no decir que guatea, si me permiten usar este chilenismo.

Empero, vayamos por parte. El clásico e intrépido protagonista, Robert Langdon, un profesor experto en simbología que a estas alturas es ya más famoso que el Comisario Maigret, Hércules Poirot y Sherlock Holmes juntos, se ve envuelto en una compleja trama que involucra a la CIA, a los Masones, a una poderosa familia norteamericana y a un antiguo secreto que es capaz de modificar el mundo, todo condimentado con las excentricidades de un maniaco que busca apoderarse de ese poderoso secreto para ser el hombre más poderoso de la tierra. Y ambientada en Washington y en sus numerosos edificios históricos.

Langdon, que cada vez se asemeja más a un hombre superdotado que lo sabe todo, intenta por todos los medios salvar a su amigo y mentor, Peter Solomon, otro genio, el máximo grado de la Masonería gringa y depositario y custodio de las claves que desentrañan ese gran secreto, que está en poder de dicho lunático, que se hace llamar Mal’akh. Con la ayuda de Katherine Solomon y burlando a las fuerzas de élite de la CIA, comienzan una carrera contra el tiempo en pos de descifrar el symbolom que lleva al secreto anhelado, única manera de salvar a Peter Solomon, quien sufre los horrores de su cautiverio. Mal'akh se ha preparado por largos años para este momento: "invitó" a colaborar a nuestro héroe Langdon con una antigua representación -pero llevada a un extremo de máxima crueldad- con la idea de que él era el único que podía encontrar un antiguo Portal y hacer realidad las añejas leyendas de un poder oculto custodiado por los Masones.

Desde ese momento se suceden acontecimientos increibles, delirantes, se recrean historias y leyendas remotas que hablan de sabiduría, de iluminación, de elevación; aparece también el concepto de ciencia noética -estrechamente relacionada con el poder de la mente y con la sabiduría de la antigüedad- donde por supuesto Katherine Solomon es la experta mundial sobre la materia y que dejará al mundo impresionado con sus descubrimientos, lo que nunca se termina de desarrollar convincentemente.

En fin, un ritmo trepidante que atrapa, una historia que entretiene mucho, es verdad, pero que queda al debe con un final algo pobre, donde no se logran amarrar todos los cabos sueltos y no se desarrollan convincentemente ciertas situaciones que debieran haberse tratado más.