lunes, 26 de junio de 2006

Entre visillos

No es fácil reseñar esta obra de Carmen Martín Gaite (1925-2000), famosa escritora española, con una extensa obra y muy premiada además. Y no es fácil pues es como tratar de resumir la vida misma.
"Entre visillos", quizás su obra cumbre, se desarrolla en un pequeño pueblo español, en los años '50, donde la vida discurre parsimoniosa, lenta, sin grandes sobresaltos. Es imposible no hacer comparaciones con el vértigo de la vida actual, con la increíble velocidad de lo moderno, de las relaciones fugaces y desechables de nuestro siglo XXI.
La figura desolada de la mujer, al arbitrio de los designios del hombre (padre o esposo) es impresionante; casi se educaba a las mujeres de bien sólo para casarse, sin otro estímulo más que ser buena esposa y madre. En este contexto se desarrollan varias experiencias entre los personajes principales de esta estupenda novela, la que fluye a través de las conversaciones de distintos grupos de personas, jóvenes en su mayoría.
Curiosamente, la novela en su gran mayoría está escrita en primera persona, cambiando constantemente el narrador: se inicia con Natalia -la menor de tres hermanas, de familia acomodada, estudiante aún y con los conflictos propios de la edad y la época- y finaliza con la visión un tanto pesimista de Pablo Klein, un jóven profesor de Alemán que llega a impartir esa lengua al Instituto del pueblo, de carácter más bien reservado e incorformista, que influye en muchos de los personajes de la obra.
Hay que ubicarse en el tiempo para entender la España de esa época, una sociedad en permanente crisis, una juventud desilusionada y sin saber realmente cuál es su lugar en esa convulsionada sociedad, hace que se entienda mejor esta obra y se comprenda el carácter más bien triste y rutinario de la vida en ese pequeño pueblo provinciano.
En fin, una gran novela, con muy buenos personajes, sólidos y creíbles, un retrato muy acabado de una época que nos parece tan lejana (los noviazgos a través de cartas, por ejemplo), las complejas relaciones humanas muy bien llevadas; todo lo cual se conjuga deliciosamente -y con pereza- para proporcionarnos hoy unos gratos momentos en las lentas tardes invernales.

miércoles, 14 de junio de 2006

La noche del oráculo

Sugestivo nombre para una gran novela. Escrita por el norteamericano Paul Auster, esta novela nos revela toda la magia creativa de un gran escritor. Narra la historia de Sidney Orr, un joven escritor convaleciente aún de una enfermedad que debería haber acabado con su vida, que empieza de a poco a escribir cuando, a raíz de sus paseos habituales, descubre una pequeña librería (o papelería como le llaman en esta obra, un nombre bastante apropiado) atendida por un enigmático chino y es seducido por un raro cuaderno portugués donde comienza a desarrollar una interesante historia que podría transformarse en una novela, basada en una idea sacada de "El halcón maltés", idea surgida de una conversación con John Trause, un escritor famoso, amigo personal, y especialmente amigo de la esposa de Sidney, Grace.
Todos estos personajes, más los que va creando el propio Sidney en su novela -en la cual hay, por lo demás, otra novela que forma parte fundamental de la trama y que se llama "La noche del oráculo"- están muy bien desarrollados, son muy creíbles, tanto que las relaciones entre lo imaginario y la vida íntima del protagonista se entremezclan en forma extraordinaria, como si las palabras, la imaginación en último término, fuera creadora de vida. El efecto que se crea al tener una novela dentro de una novela la que, a su vez, está dentro de una novela es muy efectista, logrando conducir al lector a un verdadero enjambre narrativo que atrapa y atrae fuertemente.
Creo, sin embargo, que no es fácil describir esta novela. Me suscribo a un comentario que aparece en la contratapa que dice que esta novela es "una perfecta combinación de personajes y de brillante estructura narrativa. No hay una síliba innecesaria y nos atrapa desde la primera frase. Cercano a la perfección".
Pero es mucho más que eso. Cuando uno cree que ya pasó todo, sucede lo impensado que provoca un remezón grande, inesperado, kafkiano. La vida depara a veces esas sorpresas que nos llevan a decir que ésta supera a la ficción. En este caso, la ficción que crea Auster es extraordinaria, construyendo una espléndida novela, que vale la pena leer. Refleja una sociedad norteamericana de clase media decadente, efectista y violenta. Nos muestra de la mejor forma posible los problemas que agobian y preocupan a sus ciudadanos. La recomiendo sin reparos.
Paul Auster es un autor reconocido, con un prestigio bien ganado. Muy imaginativo, su extensa obra tiene entre sus títulos más destacados a El Palacio de la Luna (1989) y Leviatan (1992).

viernes, 9 de junio de 2006

Un año en esto

Hace exactamente un año empecé con este blog. Sin grandes pretensiones, sólo quería tener y mantener un recuerdo algo más perdurable de los libros que fuera leyendo. Sólo eso. Y si eso le servía a alguien o lo que escribía despertaba el interés sobre alguna obra literaria, pues cuanto mejor. Creo eso sí que aun no me ataca la blogo-adición ni la ego-bloguería, como sucede tan a menudo en este verdadero universo blogger.
Aunque esta no es mi primera bitácora -Consultoría Tributaria la mantengo desde abril del 2005- sí es la más querida, ya que me permite compartir una de mis grandes aficiones, cual es la lectura. Una buena novela, un espléndido cuento, unos sobrecogedores versos, son verdaderos regalos que nos transportan a nuevos mundos, que nos conducen a otros universos, tan personales como bellos, y que nos dejan un cúmulo de sensaciones que atesoramos por mucho tiempo. Y quizás, con el tiempo, el tener la posibilidad de leer lo que escribí sobre un libro y compararlo con las nuevas sensaciones que me produzca, por ejemplo, su relectura o, por último, con los recuerdos que haya dejado grabado en mi memoria.
No vale la pena hacer un recuento, son muchas las obras que leí en este año y de éstas casi todas merecen ser citadas, ya que, cual más, cual menos, han dejado su huella en estas páginas y corresponde al lector descubrir ese camino. Asimismo, agradezco a todos quienes me han leido y, especialmente, a quienes se toman la molestia de comentar mis post.
No tenía intención de escribir sobre este aniversario, pero mi hijo menor, Diego, El Cuenta Cuentos, me convenció. Más bien, me obligó, ya que me dijo que no podía dejar pasar este cumpleaños sin celebrarlo como con mi otro blog. Pues bien, así lo hice, como un padre obediente.