martes, 9 de octubre de 2007

El amparo

Me es difícil comentar esta novela del escritor argentino Gustavo Ferreyra, nacido en Buenos Aires en el año 1963, sociólogo de profesión, pues no me dejó un buen sabor de boca.
¿Y por qué terminé de leerla si no me satisfacía? Me lo pregunté varias veces, pues me demoré más de lo acostumbrado en leerla, pero me intrigaba el saber cómo la finalizaría, que pasaría con Adolfo, el protagonista, sí arrojaría luces del por qué de la extraña y enajenante situación a la que se veía enfrentado diariamente, junto a los demás que trabajaban en esa casa, pero no encontré las respuestas, lo que terminó de desilusionarme.
Pero vamos por parte. Esta novela es del año 1994 y fue acogida favorablemente por la crítica argentina, elevando a su joven autor (para esa época) a la categoría de promesa, describiéndolo como poseedor de un "talento inédito, afianzado y complejo". Además de ésta, ha publicado "El Desamparo" (1999), "Gineceo" (2001), "Vértice" (2004) y "El director" (2005).
Ahora a la novela en cuestión. Adolfo trabaja -y vive- en una casa junto a un ejército de otros empleados, en los más diversos y raros oficios, sirviendo exclusivamente al señor de la casa, el amo. Su vida -y la de los otros- sólo tiene sentido cuando sirve al señor. Una atroz versión moderna de la esclavitud. Baste con decir que la tarea que realiza Adolfo y por la cual siente orgullo es la de "receptor de carozos" (¡qué asco! Los carozos de las aceitunas, por ejemplo, que se come el señor, éste los deposita en la ¡boca de Adolfo!, quien se mantiene todo el tiempo con la boca abierta, almuerzo y cena). Y sólo eso hace, tiene que estar atento y preparado, junto con otros empleados, a prestar sus servicios en las comidas del señor, y nada más. El resto del día lo ocupa en nada; no hay TV, no lee, no hace deportes, no fuma, casi no interactúa con nadie, sólo piensa y medita, pagado de si mismo, y con una profundidad que raya en la idiotez.
La opresión, la alienación, la obsesión, el servilismo llevado a su máxima expresión, la pérdida de la individualidad, son elementos que por cierto están muy bien tratados en la novela, no por nada su autor es sociólogo, pero que desde mi punto de vista no permiten encontrarle sentido y realidad a la situación descrita.
Está bien, alguien puede decir: pero si es una novela, ficción pura, de acuerdo, pero no me convence la atmósfera descrita y la pasividad de los habitantes-esclavos de la casa, la ausencia de "vida" en todos ellos; aunque hay que reconocerle méritos al autor cuando se mete en la mente distorsionada y poco menos que limítrofe de Adolfo, el que puede crear en su cabeza todo un mundo del más leve y nimio episodio.
En fin, ciertos acontecimientos se traducen en una degradación del protagonista, quien pasa a labores de limpieza. Sintiéndose humillado, intenta urdir planes para vengarse del enano que ocupó su puesto, los que finalmente no son llevados a la práctica. Entretanto, el señor de la casa cae enfermo, lo que provoca nuevos cambios y múltiples conjeturas en la afiebrada mente de Adolfo.
Y eso es todo. Ciertamente a muchos les atraerá esta novela, pero a mí no me convenció.

4 comentarios:

Gonzalo Araya dijo...

bien!! un post!! xD!
por lo que describes a mi tampoco me hubiera gustado ese libro, de hecho odio profundamente ese tipo de novelas, tan ficcticias e inverosimiles que askean.
bueno esa es mi hulmide opinion.
Saludos y suerte, de tu hijo ;)

Anónimo dijo...

Gonzalo:

Me gusta tu valentía para la crítica. No buscas razones técnicas y sos personal, es un mérito. Ya lo he dicho otras veces.
Soy aquel que te indujo a leer a Borges y creo lo has leído en un libro muy simpático (El Libro de Arena). También entiendo que no puedas escribir sobre él, es muy imposible de describir. O toda descripción parece floja , o peca de sencilla.
Lo importante es que hayas leído y disfrutado.

Respecto de la reseña de hoy no había escuchado del autor, el cual no me seduce estudiando el sadismo.

Muy buenos tus textos.

Saludos desde Buenos Aires

Gonzalo Araya dijo...

Eduardo, tengo pensado escribir sobre El libro de Arena; obviamente no en afan de crítica, sino más bien dando un punto de vista general, sin entrar en detalles de cada cuento (¡¡hay que leerlos!!).
Me encantaron y eso quiero transmitir, sólo eso.

¡Qué pena que los Pumas no llegaran a la final del Mundial de Rugby! Eran mis favoritos.

Saludos

Anónimo dijo...

Lo de los Pumas es una lástima. Aunque Sudáfrica demostró ser un equipazo.
Si bien soy argentino, mis ídolos del juego son Fiji. Si no hubiera salido Argentina, hubiera quierido sean los Fijianos.
Querría que nosotros juguemos como Fiji. Hermoso juego.

Si. Me gustan tus críricas, mas bien cronicas de lo que sentiste al leer todos tus textos son así.

Me alegro mucho hayas disfrutado de Borges. El siguiente libro que te recomiendo es El Aleph y luego finalmente Ficciones.

Igual, entre libro y libro hay que dejar tiempo.

Gracias.