lunes, 31 de diciembre de 2007

¡Feliz Año Nuevo!

A todos mis amigos y amigas que leen estas páginas les deseo un año nuevo lleno de éxitos y buenas nuevas; de anhelos y sueños cumplidos; de buena salud y felicidad; de buen humor y alegria; de paciencia y empatía; de sabiduría y bondad y de mucho amor y respeto, que tanta falta nos hace.

Deseo que sea mucho mejor que el que termina hoy; que tengamos el tiempo de detenernos y mirar todo lo bello que nos rodea; que podamos perdonar y pedir perdón; que le demostremos nuestro amor a todos quienes lo merezcan (y a los que no, también); que veamos el vaso medio lleno y no medio vacío; que nos llenemos de optimismo y fe en lo que vendrá.

En fin, deseo un Feliz año 2008 para todos.



martes, 18 de diciembre de 2007

Cumpleaños de mi padre

¡Hoy mi padre, Gabriel Carlos Alberto Araya Schnake, cumple 80 años! -o como él diría con su incuestionable lógica, comienza a vivir su octagésimo primer año de vida- y su familia (su esposa, sus hijos, nueras y yernos, y sus nietos) estamos muy felices y orgullosos de celebrar este aniversario.

Ha formado una gran y numerosa familia, que preside junto a mi madre y compañera de toda la vida, Anita (en enero recién pasado celebraron sus bodas de oro), con seis hijos y doce nietos, el mayor de los cuales tiene 27 años y el más pequeñín sólo cuatro.

Hay tantas cosas que vienen a mi mente en este momento. Tantos recuerdos lindos que se agolpan en mi mente. Por ejemplo, la vez que nos autorizó -a mi hermano menor y a mí- hace quizás 35 o 36 años a quedarnos con un gatito en nuestra pequeña casa de Los Maitenes. Como en toda casa que se respeta, él era la autoridad máxima y mi madre confabulaba -con la sabiduría que sólo ella tiene- con nosotros para conseguir pequeñas grandes cosas que marcan la niñez, como ésta. Pregúntenle al Papi -nos decía mi madre- aunque todos sabíamos que la decisión pasaba por ambos y casi siempre nos favorecía a todos.

El reconocerlo en mis hermanos -los mismos gestos, la misma postura, la misma integridad- es particularmente interesante y no pocas veces cómico, como por ejemplo la seguridad y suficiencia intelectual que demuestra, siempre con humor, Alvaro, el menor de sus hijos, o la capacidad infinita como buen anfitrión que luce Gabriel, su hijo mayor, para no hablar de que en los temas de faldas también se le parece mucho. Rodrigo, me lo recuerda al caminar, con las manos entrelazadas en la espalda y sobretodo por un gesto reconcentrado -que lo hace parecer a veces poco amistoso- aunque no es más que cierta timidez. Este rasgo es muy pintoresco, pues normalmente se opone a ir a fiestas y celebraciones, pero una vez allí lo pasa muy bien y se divierte mucho.

También mis hermanas, como no, han heredado rasgos muy marcados de mi padre. Mi hermana mayor, Mariana, heredó su preocupación por los demás, aunque lo que sobresale más es su pasión por los deportes en general y por Colo Colo en particular. Ninguno de nosotros es tan fanático como ella, salvo Gabriel, por el eterno campeón y todos estamos esperanzados en lograr el tetracampeonato. Recuerdo a mi padre recitar de memoria el glorioso equipo de Colo Colo 1941, campeón invicto. Yo solo podría nombrar a algunos del Colo Colo 1991, campeón de La Libertadores (o quizás a casi todos). Carmen o TiTi igualmente heredó muchas virtudes, que sería largo enumerar, pero en lo que todos coincidimos es que heredó lo picada que es (especialmente en juegos de cartas) de mi padre, que nunca le gustó perder en nada, y que se enfurecía a veces al perder cualquier juego o incluso cuando el Colo perdía (recuerdo cuando el Colo perdió una final con la U, allá por principios de los años '80, de un campeonato Polla Gol, y destrozó varias cosas). En honor de la verdad, todos los Araya somos picados.

Colo Colo ha sido una verdadera pasión que lo ha acompañado por más de 60 años. Otra ha sido el ajedrez, ese noble juego que todos en la casa aprendimos y que no se ha separado de mi padre desde los 17 años, cuando cayó enfermo de tuberculosis y tuvo que pasar varios meses en cama. Desde allí se transformó en un formidable jugador, que representó varias veces al país en enfrentamientos internacionales y compitió de igual a igual con otros enormes jugadores nacionales, de la talla de Rodrigo Flores, René Letelier, Tulio Pizzi, Carlos Jáuregui, todos campeones chilenos de la especialidad. Tiene una enorme cantidad de recortes de diarios de su época de jugador activo -que duró hasta mediados de la década del '60- con sus más destacadas participaciones en torneos de clubes y campeonatos nacionales, con muchos primeros puestos, que me llenan de orgullo y satisfacción, dado que soy el que heredó con más fuerza su pasión por este deporte ciencia. En la foto, del año 1959, se le ve dando una simultánea -juega contra muchos jugadores en forma simultánea, siempre con piezas blancas, haciendo una jugada por turno- en dependencias del antiguo edificio del diario El Mercurio. También daba simultáneas a la ciega, llegando a jugar cuatro partidas simultáneas sin ver el tablero.

Y su otra pasión relevante -además de su familia- es el amor por los libros. Tiene más de 4.000 en su departamento (sin contar que en la casa de la playa debe tener al menos trescientos más). ¡Si no hay lugar en el departamento que no tenga una biblioteca o algunos estantes que contengan tal colección! Hay de todo. Miles de novelas, cuento, poesía, teatro, historia, pintura, etc., organizados metodicamente por estilos literarios, países, regiones o continentes, cual biblioteca. Y sabe la ubicación de cada uno de ellos, de modo que si uno le pide tal novela de tal autor la encuentra enseguida. Es un verdadero tesoro, acumulado a lo largo de toda su vida. A esto hay que sumar los libros de su propia autoría (es autor de varias colecciones de textos de orden tributario, de gran prestigio en el medio), que no son pocos y que le han deparado grandes satisfaciones en el plano profesional.

Esto no pretende ser más que un pequeño homenaje a mi padre, y un agradecimiento también, por su amor, por entregarnos sus valores, por su ejemplo de vida, por traspasarnos su pasión por los deportes, por el ajedrez, por la literatura y por estar siempre con nosotros. Gracias papá y feliz cumpleaños.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Narraciones, de Borges

Este increible libro de cuentos es una recopilación de algunos de los más conocidos de este extraordinario autor, que impresiona por su creatividad y gran manejo del idioma, que cautiva desde un comienzo. He compartido esta lectura con la de la novela de Jaime Bayly, "El huracán lleva tu nombre" (que comentaré a su debido tiempo), lo que ha resultado en un experimento muy interesante por lo opuesto de estilos y temáticas; por un lado Borges, con intrincadas y complejas elaboraciones intelectuales, no fáciles de seguir, y por el otro Bayly, con una novela hilarante a ratos, dramática también, bastante más liviana pero igualmente entretenida, que no requiere gran concentración para seguirla.

Hay que aclarar que existen distintas versiones de este libro, dependiendo del año y la editorial, ya que no todas incluyen los mismos cuentos. La que tengo en mis manos es del año 1982, de la editorial española Origen S.A. e incluye los siguientes cuentos: "El espantoso redentor Lazarus Morell", del libro "Historia universal de la infamia"; "Tlön, Uqbar, Orbis Tertuis", "El acercamiento a Almotásim", "Pierre Menard, autor del Quijote", "Las ruinas circulares", "La lotería de babilonia", "La biblioteca de Babel", "Funes el memorioso", "El Sur", todos del libro "Ficciones"; "El muerto" y "El Aleph", del libro "El Aleph"; y "El hacedor", "El cautivo" y "Borges y yo", del libro "El hacedor".

Me es imposible siquiera tratar de reseñar alguno de ellos, son en su gran mayoría simplemente geniales; uno se sorprende de la imaginación y creatividad de Borges, de cómo logra construir sólidas historias fantásticas, inquietantes a veces, que dejan impresionado al lector por los detalles tan bien concebidos y conceptualizados por una mente brillante. Además, no deja de ser importante el lenguaje, el estilo, las formas en síntesis, que aportan sin duda a que estos cuentos perduren por siempre.

Sólo me queda indicar cuáles me gustaron más, lo que no es fácil, pues casi todos los recomendaría sin dudar. Pero si tengo que elegir me quedo con los siguientes tres: "El Aleph", un magnífico cuento que hay que conocer, "Funes el memorioso", otra obra fantástica, y "Las ruinas circulares", un cuento que nos hace creer en los sueños.