miércoles, 26 de abril de 2006

Poesía Universal

Un amigo, abogado de profesión pero poeta de corazón, me envío algunos de sus poemas, los que me han parecido muy buenos; tienen una sensibilidad especial y una gran profundidad, que me conmueven. Le he pedido autorización para publicarlos aquí pero aún no me responde.
Por de pronto, me he interesado en leer poesía y encontré esta selección de poesía universal, de María Romero, que curiosamente está dividida por grandes temas -Amor, Ausencia, Celos, Dolor y Melancolía, Muerte, Olvido, Serenidad, entre otros- y no por autores o períodos.
He leído de todo un poco y por supuesto he encontrado algunos de mi agrado. Otros ya los conocía (conviene indicar que esta es la 12ª edición de esta obra, publicada originalmente en 1949) y claramente que se extrañan obras de autores más actuales.
Les dejo algunos de los que me han gustado y que por su extensión los puedo transcribir aquí:

Los invisibles átomos del aire
(Bécquer)

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;
oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
-¡Es el amor que pasa!

Ven
(Alfonsina Storni)

Ven esta noche, amado; tengo el mundo
sobre mi corazón... La vida estalla...
Ven esta noche, amado; tengo miedo
de mi alma

¡Oh, no puedo llorar! Dame tus manos,
y verás como el alma se resbala
tranquilamente, cómo el alma cae
en una lágrima.

Intima
(Benjamín Taborga)

Hoy se fue. Yo la amaba. No era buena.
"Bien -pensé neciamente- que la hiena
se vuelva para siempre a su zahurda.
Ahora venga la paz, la paz serena..."
Pero lo que ha venido es una pena
desoladoramente absurda...

lunes, 17 de abril de 2006

Muchacha Punk

Fogwill es el autor de este libro de relatos, uno de los cuales tiene por título el indicado en el epígrafe. Escritor argentino de cierta fama -quizás muy fuerte en el vecino país, pero aquí no tanto, no lo conocía en absoluto- con una serie de obras publicadas importantes. Curioso lo de su apellido, a mí me parecía más un seudónimo que otra cosa, pero así se llama: Rodolfo Enrique Fogwill, aunque en el mundo de la literatura es conocido sólo por su apellido.
Curiosos también los relatos de esta obra, no fáciles de digerir. No me convencieron del todo y no suscribiría los elogios que le han llovido por este texto (soberbio, que tiene un lugar reservado entre los grandes, etc.). Concuerdo sí en que tienen algo de vanguardistas en su estilo, juegan con muchos elementos que mantienen atento al lector en relación a la sorpresa del relato. Un buen ejemplo de esto último es el relato con que finaliza este libro: "La larga risa de todos estos años", un muy bien concebido cuento, impactante y asombroso, juega con las perversiones y su inserción en la realidad cotidiana. Un gran relato.
Como también lo es "Muchacha Punk", una mirada con notas de fino humor negro de la degradación de la juventud y de las clases altas europeas. Una buena mirada sociológica además de un fenómeno (los punk) que bajo una apariencia de rebeldía y violencia esconden vidas tan normales y con problemas tan comunes como la mayoría de la gente.
Asimismo, el relato que inicia el libro -"Dos hilitos de sangre"- merece destacarse. Austero en su forma, lúdico en el fondo, conforma Fogwill en esta historia un relato inverosímil pero eficaz, atrayente y atractivo, muy interesante.
Los otros tres no me convencieron demasiado, aunque si tuviera que elegir entre ellos me quedaría con "Japonés", la historia de una amistad forjada en el mar entre dos hombres solitarios que se complementan perfectamente, que nos deja en la incertidumbre de separar los sueños de la realidad.
En definitiva, esta obra se deja leer, no hay un hilo conductor en los relatos (es más, están escritos en un período muy largo de tiempo -1978 a 1997- tocando temas muy variados, influenciado por los acontecimientos políticos de la primera época) pero no se extraña; cada uno crea su propio universo, con algunos puntos más altos que otros.

martes, 11 de abril de 2006

Un aniversario muy especial

Un año no se cumple todos los días (vaya descubrimiento), un año en alguna actividad constante tampoco. Que un chico de 9 años complete un año entregándonos maravillosos cuentos, dándonos su creatividad -con toda la inocencia e ingenuidad de esos hermosos años- y compartiendo con nosotros sus intereses y aventuras tampoco es muy habitual.
Por eso es que, como padre orgulloso y admirador de la fantasía infantil, quiero rendir un pequeño homenaje a "El Cuenta cuentos", que responde también al nombre de Diego.
Diego inició hace un año su aventura por la blogósfera y como bien dice él en su propio blog, más o menos a esta hora (17 horas de ese 11 de abril de 2005), una travesía que lo llevado a escribir mil aventuras, de todos los tópicos imaginables, de sus vacaciones, de sus mascotas y por sobre todo de la magia, entendida ésta como inseparable del universo de mi hijo: para Diego todo es mágico y su creatividad lo hace viajar por el espacio -Júpiter parece ser uno de sus planetas predilectos- acompañado de sus amigas inseparables, las arañas de todo tipo. En fin, cuentos que me hacen reir siempre, que me sorprenden las más de las veces y que inventan nuevos mundos.
Por todo esto, quiero felicitar a Diego, a mi hijito chico, mi Cuenta Cuentos, y convidarlo a que siga deleitándome y deleitando a sus lectores con sus maravillosos cuentos. Su alada, cultural y orgullosa madre, La Libélula, de quien sacó toda su creatividad y originalidad, también escribió un hermoso post en homenaje a esta fecha tan especial.

¡Feliz primer año de vida Cuenta Cuentos!

sábado, 1 de abril de 2006

Aquí no hay poesía, de Jaime Bayly

Encontré de casualidad, buscando algún libro que leer, este simpático y prescindible libro de este autor peruano, del que había hablado algo hace unas semanas atrás con ocasión de la lectura de "Y de repente, un ángel". Si bien es cierto que "Aquí no hay poesía" es anterior al recién citado, comparten muchas características, como el humor y la capacidad de reirse de sí mismo que tiene Bayly, capacidad que raya en la desfachatez muchas veces.
Como yo leí primero "Y de repente...." pude ahora constatar que su trama la sacó íntegra de las aventuras que narra en este libro, en particular de las historias de las nanas de sus adoradas niñas, lo que habla bien de la relación tan cercana que ha logrado con ellas, especialmente en esa delicada labor de criar a sus hijas.
Para dar una buena idea del libro, puede ser interesante transcribir parte de lo que dice su contraportada, especialmente en lo que respecta a tratar de encasillar este raro ejemplar. Dice textualmente: "es el diario íntimo de un prisionero de sus propias dudas y tormentos, el cuaderno de bitácora de un viajero perezoso, la radiografía de un hombre confundido. Un libro que conmueve por su impudicia y su ternura, por lo que se atreve a contar y lo que no puede callar".
Y esto es completamente cierto, ya que se trata más bien de un diario en que nos cuenta toda su vida, desde momentos de gran dolor -la difícil relación con sus padres- hasta las aventuras más alocadas que divierten gratamente.
Hay que confesar que, aunque muy fácil de leer, aburre un poco, sobretodo por lo reiterativo del estilo. Es como que se repite indefinidamente el mismo tipo de humor, la misma situación, lo que quita la sorpresa, tan importante en una obra literaria. Pero también hay que confesar que entrega buenos momentos, algunos chascarros son notables, otros parecen sacados del surrealismo, pero hay que admitir que las cosas más alocadas suceden en este extraño mundo. Notables algunas de sus múltiples definiciones personales (cómo es, qué le gusta, por qué es un imbécil, etc.) y/o condiciones morales y de urbanidad que exige para, por ejemplo, ser su amigo.
En síntesis, reiterando el concepto deslizado al comienzo, se trata de una obra prescindible, que sin embargo entretiene de buena gana al principio, decayendo sobre el final al no presentar mayores novedades. Cuento aparte es si creemos o no todo lo que cuenta en el libro. Por mi parte, estoy más cerca de creerle.