martes, 6 de diciembre de 2005

La tierra que les dí

Este es el título de la novela que acabo de leer, de Mercedes Valdivieso, una de las destacadas escritoras de la generación del '50 en nuestro país (hace un tiempo comenté algo de esta generación, a raíz de la novela "La mujer de sal" de María Elena Gertner), que tan buenos escritores dió a las letras nacionales.
Esta autora (1924-1993) centró su obra literaria en la temática de la mujer y su papel en la sociedad chilena de la época. Sus ideas la posicionaron como una de las precursoras del feminismo y se la considera autora de la primera novela de esta índole a nivel latinoamericano -"La Brecha", Ed. Zig-Zag, 1961- sacando del ostracismo la voz femenina.
"La tierra que les dí", su segunda novela escrita en el año 1963, tiene una trama que debe haber sido fuerte para esa época: se basa en el desmoronamiento de una familia latifundista que permanece ligada mientras vive la "Señora", una gran mujer, madre de diez hijos, que dirige la hacienda y la vida de sus hijos -manteniéndolos económicamente prácticamente a todos, yernos y nueras incluidas- rígidamente sin siquiera imaginar el fin de la tierra que tanto amó.
A la muerte de este gran personaje se van conociendo las bajezas de su familia, los odios entre hermanos y la codicia y falta de visión de los hijos que no trepidan en vender todo para repartir la gran fortuna familiar. Las intrigas, las presiones de esposas y esposos de los herederos por tomar lo que más se pueda de la herencia y la esperada muerte de la madre configura una descripción descarnada pero realista de la sociedad nacional, que hacen de esta novela un relato actual y reconocible, ya que todos hemos conocido casos iguales, en que hijos de destacados personajes han dilapidado fortunas sin hacer nada por sus vidas.
En sus días finales, la madre vuelca sus atenciones y cariños en sus nietos, quizás entendiendo que sus hijos ya nada podrían ofrecerle. Luego de su muerte y ya acordada la venta de la hacienda, su nieto mayor, entre todos los enseres y muebles de la hacienda que están dispuestos para ser rematados, recuerda con cariño y nostalgia a su abuela sentado en su gran sillón sin entender a su familia que tira por la borda toda una historia de lucha y perseverancia, cambiando una tierra fértil y viva por un puñado de monedas que más temprano que tarde se acabarán.
Una hermosa novela, a pesar de las bajezas humanas personificadas en los hijos de esta Señora, que me hizo recordar a mis propios abuelos y en todas las tardes de mis sábados infantiles que pasábamos en su casa.

3 comentarios:

Jessica dijo...

Leí este libro hace varios años, cuando era estudiante y lo encontré en una librería de libros usados. me encantó, y por esas cosas de la vida lo perdí sin poder volver a encontrarlo. Me alegré mucho cuando leí tu comentario, que apareció en planeta blogs.

Elisa de Cremona dijo...

Ahhh me gusta más su historia...
"Me casé como todo el mundo se casa. Ese mundo de las horas de almuerzo, del dedo en alto, guardián de las castidad de las niñas…" (La brecha)
un beso querido, me quedo con este post
Elisa de Cremona

Anónimo dijo...

¡Sniff!, ¡Sniff! Es semejante a una historia que una vez viví. ¡Sniff! Recuerdos tristes, pensé había olvidado ¡Sniff!!
Besitos mi querido amigo.